En un principio, los troles eran temidos como crueles guardianes de puentes y amargos defensores de sus territorios, pero hace siglos, estas criaturas se convirtieron en piedra y pasaron a formar parte de leyendas hasta caer en el olvido.
No obstante, con el surgimiento de nuevos poderes malignos, los troles tambien han despertado de su letargo.
Hoy, los pobres viajeros se topan con estas bestias crueles y hambrientas, que se comportan como peligrosos salteadores de caminos y les impiden el paso.
Salvo excepciones, no parecen estar nada preparados. Lanzan piedras a los intrusos y, si es necesario, los golpean con sus mazas.
Estos toscas y lentas criaturas tan solo van vestidas con unos pobres harapos que usan de taparrabos sobre los que cuelgan sus orgullosas y bamboleantes barrigas.
En su cabeza enmarcada con dos enormes orejas redondas y un pescuezo de toro, crece una mata de pelo enmaranada y un pellejo hirsuto cubre algunos trozos de la carnosa piel de sus largos brazos.
"Sus pequenos ojos brillan con maldad al descubrir sus grandes y putrefactos colmillos con los que, sin duda, pretendia devorarme".